Subir al desván de la casa de los padres hace que tantos recuerdos guardados, ahora se vuelvan insoportables.
Este sillón, que tapizado por mi madre me recordaba hace años a Jorgue Guillén….
BEATO SILLÓN
¡Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
a marea, de tan alta,
de tan alta, sin vaivén.
Jorge Guillén
En el puente de mayo, contemplándolo, me recordó, en cambio, amargamente a Francisco de Quevedo…
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.